La producción más grande de cerezas en la provincia de Alicante se encuentra en la zona amparada por la Indicación Geográfica Protegida Cerezas de la Montaña de Alicante, creada el 1991 y situada a Alpatró (Vall de Gallinera).
Les Valls de la Marina Alta (la Vall d’Ebo, la Vall d’Alcalà, Vall de Gallinera y la Vall de Laguar), además de Planes y Benimarfull, entre otros, poseen las especiales características agroclimáticas para el cultivo del cerezo. Gracias al relevo montañoso y proximidad a la costa hace que se recoja una cereza temprana y de excepcional calidad.
El cultivo de cerezas es uno de los más implantados y tradicionales en esta zona geográfica del territorio valenciano, cultivado en muchas ocasiones en explotaciones familiares.
Además hay que tener en cuenta que la producción agrícola de les Valls está marcada por minifundios y abancalamientos de piedra en seco situados en una orografía que dificulta el trabajo diario de tantas familias que trabajan este cultivo desde tiempo inmemorables, en unos municipios marcados por el incremento en los últimos años de un notorio despoblamiento.
La producción mediana anual de cereza a la Cooperativa Cerezas Montaña de Alicante, para poner un ejemplo, oscilaba en años normales de producción entre los 500.000 kg y los 800.000 kg de variedades predominantes como sueño Burlado, Early Lory, Prime Giant, Stark Hardy Giant, Picota Ambrunesa y Sweet Heart.
En los últimos cinco años la cereza ha sido afectada por la climatología y esto ha provocado un notable descenso de la producción. El año 2018, fue una temporada de producción estándar y a Cerezas Montaña de Alicante COOP CV se recogieron un total de 700.*000kg, mientras que el 2019 se recogieron unos 200.000 kg y en 2020 fueran 28.*000kg, en 2021 se recogieron 107.000 kg y el 2022 se recogieron alrededor de 4000 kg. En cuanto al 2023 y como caso excepcional cerrará sus puertas al público, después de más de 40 años de funcionamiento, por la nula producción de cereza en el norte de la provincia de Alicante.
El escenario del cambio climático en este territorio marca diferentes condicionados:
- Periodos de lluvia anormalmente largos, como es el caso del mes de marzo del 2022 en Vall de Gallinera que acumuló 927 litros en 14 días seguidos de lluvia.
- Acumulación de horas frío en periodos no favorables, como por ejemplo el traslado de la acumulación de horas frío en los meses de enero y febrero cuando realmente habría que concentrarse en noviembre y diciembre para una mayor viabilidad del cultivo.
- Variaciones bruscas de temperatura que durante la época de la floración perjudican la polinización.
- Respecto al escenario de la producción de la cereza en esta orografía de minifundios dispone de estos condicionados:
- Elevados costes de producción: se estima que una hectárea de cultivo de cereza, en este lugar del territorio, tiene un coste anual de 8500€, que vendrían a ser 708€ por fanegada de coste anual.
- La no adaptación de la cobertura del seguro de rendimientos en este territorio de minifundios: a pesar de tener el mismo coste del seguro, haber declarado durante 5 campañas seguidas siniestras por falta de cosecha comporta reducciones hasta el 50% de la producción asegurada.
- La aparición de una nueva plaga, como es la *Drosophila *suzukii que provoca grandes daños en la cosecha, siente el principal problema el desconocimiento de tratarla por gran parte de los y las productoras y el poco apoyo técnico de los servicios oficiales de la Generalitat Valenciana.
- Inadaptación de las variedades actuales en este contexto de cambio climático.
- Problemas de erosión por falta de mantenimiento de los márgenes de piedra en seco que mantienen las terrazas de cultivo, la falta de la rentabilidad de las explotaciones impide el mantenimiento de estas infraestructuras.
- Abandono de gran parte de las parcelas de cultivo que provoca la propagación y dificulta el control de los incendios forestales.
A estas problemáticas, arrastradas desde hace más de 10 años, hay que sumarle el pasado incendio de los municipios del alrededor de la Vall d’Ebo del pasado verano, donde se arrasaron gran parte de los cultivos agraviando así la producción de cereza. Y los cuales posiblemente no serán recuperados dado que el presente cultivo cada vez es más inviable.
Con estos dos escenarios, entrelazados entre sí, el panorama agrario en estas aldeas en peligro de despoblamiento del norte de la provincia de Alicante, hacen un llamamiento desesperado en la Generalitat Valenciana para que resuelva:
- Ayudas pertinentes y adaptadas a las personas productoras de esta zona geográfica que puedan favorecer la sostenibilidad de la producción y la inmediata recuperación económica de este cultivo que ha sido sometido a una continua catástrofe durante los últimos 5 años, además de ayudas destinadas a mantener la piedra seca de los márgenes para evitar la erosión del terreno y el abandono del cultivo.
- Adaptación de los seguros a las peculiaridades del territorio.
- Investigación técnica por parte de los servicios oficiales para adaptar las nuevas variedades al continuo cambio climático.
- Investigación técnica por parte de los servicios oficiales para controlar las nuevas plagas.
El patrimonio agrícola es claramente el principal pilar económico que sostiene estos municipios, y de este sector dependen otros factores socioeconómicos que afectan el mundo rural: el turismo sostenible, la densidad de población, el mantenimiento de servicios mínimos… Es una evidencia que si no se toman medidas urgentes y contundentes en la agricultura, esta está condenada a desaparecer y con ella, los pueblos del entorno rural.
Los diferentes municipios afectados realizan un llamamiento a las Administraciones Públicas del Estado porque declaro este punto del territorio como zona afectada gravemente por una emergencia de protección civil, el que viene a ser, zona catastrófica y que además otorgo las ayudas pertinentes para paliar el abandono del cultivo.