Cultura

«El abismo del olvido», el cómic de Paco Roca que trata de devolver la dignidad a los muertos

El ilustrador valenciano presentó su última obra en Dénia, dentro del marco de las V Jornadas de Memòria i Futur
Paco Roca mostrando uno de los recuerdos de Pepica / Tino Calvo

Pepica siempre quiso sacar los restos de su padre de esa fosa común. El ayuntamiento en contra, otras familias lo mismo, pero consiguió sacar los restos de Pepe Celda para enterrarlo en el nicho junto a su madre. Leoncio, fue profesor en una escuela, daba clases gratis, aficionado a la historia, la astronomía y pasó un tiempo encarcelado durante la postguerra. Pudo salir, pero bajo la condición de trabajar en el cementerio, enterrando en las fosas comunes a sus vecinos, amigos y compatriotas.

Estos son dos de los protagonistas que conocemos en «El abismo del olvido«, el último cómic del escritor e ilustrador Paco Roca. El dibujante valenciano presentó su último trabajo en un acto celebrado este martes 26 en la Biblioteca Municipal de Dénia, dentro del marco de actividades de las V Jornadas de Memòria i Futur organizadas por el consistorio.

Un vecino comprando uno de los ejemplares de «El abismo del olvido» | Tino Calvo

Restaurar la dignidad de los muertos

Roca estuvo analizando el origen de su obra, mientras hacía un repaso del lugar donde ocurren estas historias. «En Paterna, tenemos un cementerio en el que las exhumaciones estaban a la orden del día. Podías ver una en directo, y ya os digo que impresiona mucho», comentó el escritor.

Según expertos e historiadores, en dichas fosas comunes se pueden contabilizar hasta 200 personas, en concreto dentro de la fosa 124. «En esta fosa se encontraba Pepe Celda, una de las víctimas del régimen que pudo recibir un entierro digno gracias a personas como Leoncio y también de nuestros arqueólogos, que consiguen devolver identidad a esos restos».

Roca remarcó cómo es el proceso de identificación de los cadáveres que permanecen en las fosas y asegura que «cuando la ves abierta, es un puzle de huesos». Según identifica el propio escritor, lo que hizo la represión y la dictadura con las víctimas fue «borrar por completo su forma, su identidad e incluso, les quitaron a sus viudas la posibilidad de llorar su pérdida».

La Biblioteca Municipal de Dénia se llenó por la presentación | Tino Calvo

Leoncio, el enterrador que salvó la memoria de las víctimas

El personaje de Leoncio es, sin duda, uno de los protagonistas de la historia y también lo fue durante la presentación en Dénia. Roca explicó a los asistentes como fue conocer a Maruja, hija del personaje basado en hechos reales, que les contaba cómo fue el amor de su padre por la vida.

Tras ser encarcelado, Leoncio consiguió la libertad, pero eso sí, con un coste. La condena fue trabajar en el cementerio de Paterna, enterrando a sus amigos, aliados, vecinos, amigos… Todos ejecutados durante la dictadura, despojados de su identidad y lanzados a una fosa común. Eso sí, Leoncio no iba a permitir que cayeran en el olvido: de cada persona, siempre que podía, recogía un pequeño recuerdo (un botón, un trozo de la camisa, un mechón de pelo), para entregarlo a los familiares.

Paco Roca mostrando uno de los recuerdos de Pepica | Tino Calvo

El trabajo de Leoncio fue clave para que aquellos que se quedaban, pudieran recordar mínimamente a los que otros les arrebataron. «Enterraba con dignidad a los muertos y mitigaba el dolor de los vivos, pero jugándose el cuello. A las viudas que no llegaban a tiempo les entregaba una especie de recuerdo para que supieran dónde estaban sus maridos e hijos».

Es importante recordar, como apuntó el propio Paco Roca, que el hecho de desvirtuar a ese nivel a una persona, afecta a toda la familia.  «El silencio, el dolor, la vergüenza o incluso la ruina, porque se dejaban muchísimo dinero en intentar enterrar a sus seres queridos. Además, es una memoria femenina, porque se consolaban de mujer a mujer, que fueron las verdaderas ‘perdedoras’ de la Guerra Civil, en ambos bandos», concluyó el escritor.

Tras la charla, los asistentes tuvieron la oportunidad de conseguir una firma en sus ejemplares y agradecer al autor haber dado voz a aquellas que normalmente no la tienen: los «perdedores», como apuntó Roca.

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