La tarde del sábado dejó un auténtico festival de rugby en el campo “Tío Luis” del Polideportivo de Dénia, donde el Dénia Barbarians Marina Alta se impuso con un rotundo 50-5 al Penyagolosa de Villarreal. El fuerte viento, protagonista indiscutible del partido, condicionó el juego y obligó a ambos equipos a modificar su estrategia, aunque fueron los locales quienes supieron aprovecharlo mejor y demostrar una superioridad incontestable.
Un inicio fulgurante con el viento a favor
Desde el pitido inicial, el viento jugó claramente a favor del Barbarians. Las patadas ganaban metros con facilidad y las jugadas a la mano fluían con dinamismo. Fruto de esta ventaja táctica y de una intensidad ofensiva constante, los locales abrieron brecha rápidamente en el marcador. Ensayo tras ensayo, el Penyagolosa se veía incapaz de frenar la avalancha dianense.
El 31-0 al descanso reflejaba la autoridad del Dénia y el gran aprovechamiento de las condiciones meteorológicas. No obstante, no todo fue perfecto: alrededor del minuto 30, una sanción dejó a los locales con un jugador menos, obligándolos a jugar el resto del choque en inferioridad numérica.
Una segunda mitad de sacrificio y eficacia
Con 14 jugadores y el viento en contra, los Barbarians supieron replegarse, controlar el partido y evitar que el rival recortara la diferencia. Incluso en los últimos diez minutos, cuando otra sanción dejó al equipo con solo 13 jugadores, la defensa local se mantuvo firme, ordenada y concentrada.
Aun así, el Denia no renunció a su esencia ofensiva y continuó buscando el ensayo. El esfuerzo colectivo, la capacidad de sacrificio y el control emocional del encuentro fueron determinantes para mantener la ventaja y ampliar el marcador hasta el contundente 50-5 final.
Protagonistas del ensayo
Los ensayos locales llevaron la firma de: Vicente Amezcua (2), Moreno, Santi, Agus, James y Ramiro. Además, la precisión de James a los tiros a palos contribuyó a redondear la espectacular cifra de 50 puntos.
Más allá del resultado, el triunfo del Dénia Barbarians deja una sensación clara: el equipo está preparado para adaptarse a cualquier circunstancia, incluso a un viento implacable y a jugar largos minutos con uno y hasta dos jugadores menos.
La afición que se dio cita en el “Tío Luis” disfrutó de una tarde de rugby vibrante, de esfuerzo colectivo y de un equipo que, cuando el viento arrecia, se crece aún más.