Societat Solidaritat

Un equipo de fútbol juvenil de Ucrania pasa unos días de descanso en Xàbia

El grupo ha sido invitado por la asociación Cultura contra Balas

Xàbia acoge estos días a un grupo de jóvenes de Sumy, una ciudad fronteriza de Ucrania especialmente azotada por la guerra. Los chicos, de entre 14 y 15 años, forman parte de un club de fútbol juvenil que ha sido invitado por la asociación Cultura contra Balas, un proyecto impulsado por la familia de Natalia Moskalenko (mujer ucraniana afincada en Xàbia) para, a través de la cultura y el arte, ayudar a sus compatriotas y tratar de silenciar la guerra momentáneamente.
Natalia y su familia han contado con un gran apoyo social en esta acogida, especialmente de la Comisión de fiestas Mare de Déu de Loreto. Los festeros se han volcado y han movilizado a otras asociaciones, desde las Amas de Casa, Cáritas u otras entidades festeras, y entre todos se encargan cada día de prepararles la comida a los visitantes.
También se han involucrado clubes deportivos. Como el CD Jávea, que jugará esta semana dos partidos contra el FC Barsa Sumy (hoy jueves, a las 18’30 horas es el primero de ellos) o el club náutico, que les ha organizado una salida de remo.
Los jóvenes están disfrutando mucho de su estancia de desconexión y conociendo a fondo Xàbia: desde sus playas y entorno hasta infraestructuras como la planta desalinizadora. Un gran choque ver que mientras su país tiene excedente hídrico, aquí hay que desalar el agua de mar para abastecerse.
Hoy han estado entrenando en el campo de Les Mesquides para el partido de esta tarde, donde han recibido la visita del alcalde, José Chulvi, y el concejal de Deportes, Alberto Tur, que han querido saludarles y darles la bienvenida a Xàbia.


Desde Cultura contra Balas han destacado que la experiencia está siendo un bálsamo para los chavales, agotados psicológicamente tras más de un año de guerra, algunos con los padres en el frente y viviendo en una ciudad que ha sufrido graves ataques que la han dejado sin servicios básicos. Por unos días, vuelven a ser niños que corren detrás de un balón, se bañan en el mar y juegan.
Este viaje ha sido una alegría para ellos pero también para sus familias que lo han vivido como una ilusión en medio de una situación dramática.

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